miércoles, 10 de abril de 2013

LA YUGOSLAVIA DE LOS NOVENTA: UNA GENERACIÓN PERDIDA POR LA GUERRA


A principios de los noventa una enorme generación de futbolista invadió la antigua Yugoslavia. La ex-nación balcánica se presentó a principios de esa década con jugadores de una enorme calidad y disciplina competitiva. En 1987, Yugoslavia se proclamó además campeón del Mundial sub-20 celebrado en Chile. En ese equipo de fantásticos jóvenes talentos se podián encontrar nombres de la talla de: Robert Prosinecki, Zvonimir Boban, Davor Suker, Predrag Mijatovic, Igor Stimac, Robert Jarni o Branko Brnovic. Yugoslavia se impuso en la final por penalties a Alemania Federal y Robert Prosinecki se consagraba como perla europea y mundial al ganar el balón de oro del torneo acompañado por Boban que se llevó el de plata. Suker se alzó con la bota de plata al segundo máximo goleador y los aficionados yugoslavos veían que esa generación podría algún dia levantar un mundial o una eurocopa.


Tres años más tarde, en el mundial de Italia `90´ Yugoslavia ya contaba con algunos de estos chavales con tanto talento, pero sin embargo los "mayores" seguían imponiéndose. En aquel mundial se juntaron dos buenas generaciones de futbolistas yugoslavos, la del dicho mundial de 1987 y la generación anterior capitaneada por los: Hadzibegic, Spasic, Katanec, Mihaijlovic, Jugovic, Savicevic, Pancev, Stoijkovic etc. 

En ese mundial, Yugoslavia eliminó a España con dos goles de un fantástico Stoijkovic en octavos de final, pero en cuartos cayó por penalties ante la argentina de Maradona y un inspirado cancerbero Goicoechea. Se estaba labrando un gran equipo, quizá como el que se palpaba que iba a formar España tras caer con Francia en el Mundial 2006 y que tan buen gusto ganó la eurocopa de dos más tarde. 

Está magnífica generación tendría continuidad en el Europeo Sub 21 de 1990 en el que los yugoslavos cayeron en la final ante la URSS por 2 goles a 4.

El próximo torneo a la vista para ese magnifico equipo yugoslavo era la eurocopa de Suecia de 1992. Encuadrada en el grupo con Dinamarca, Austria, Irlanda del Norte e Islas Feroe, se presentaban como favoritas. Recordar que aún en 1992, las eurocopas estaban sólo conformadas por 8 equipos, y no 16 como en la actualidad, de ahí el mérito de calificarse. La generación de oro del fútbol yugoslavo cumplió los pronósticos y se clasificó ganando 7 partidos y perdiendo sólo uno, quedando un punto por delante de la Dinamarca de Laudrup, que quedó eliminada.



Yugoslavia tendría en Suecia la oportunidad de presentarse ante el mundo como una potencia futbolistica. Ya un año antes, el Estrella Roja de Belgrado logró evidenciar la buena salud del fútbol balcánico y, en la final de Bari frente al Olympique de Marsella ganó la Copa de Europa por penalties. Yugoslavia se plantaría casi como una de las favoritas con Savicevic en forma, Stoijkovic dando clases magistrales de su clase, Jugovic mostrando su poderío físico, Boksic y Pancev maracndo goles en toda europa. 

En fin, un equipo temible, una generación de oro de que podría haber marcado una época si no fuera porque en ese mismo año de 1992, estalló la guerra de los Balcanes. Con la guerra civil en pleno apogéo, la UEFA excluyó a aquella maravillosa selección de oro y Dinamarca, eliminada por los yugoslavos, no sólo sustituyó a los balcánicos sino que se acabó haciendo con el trofeo. Con el transcurso de los acontecimientos históricos cada bloque que se independizaba formaba su propia selección y aquella gran generación del 87 se dispersó entre las selecciones de Yugoslavia, Croacia, Eslovenia, Bosnia y Macedonia. 


Cada jugador escogió su camino y una guerra no sólo debastó una nación y miles de vidas, sino que dejó sin disfrutar a miles de personas de un conjunto que hubiese hecho historia. Más tarde se demostraría la calidad de esos jugadores, pues los que eligieron Croacia, quedaron terceros en el Mundial de 1998. ¿Qué hubiera sucedido si Boban, Prosinecki, Suker, Stimac y Jarni hubieran jugado junto a Mijatovic, Suker, Mihaijlovic, Jugovic o Savicevic? Nunca lo sabremos. Dicen que las victorias unen naciones y ensalzan el patriotismo de la gente, quizá si Yugoslavia hubiera ganado, como era previsible la Eurocopa del 92, el transcurso de la historia también hubiera sido diferente.

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